En nuestra cultura, llevamos el coche al taller cuando se estropea, vamos al médico cuando enfermamos, vamos a terapia cuando no podemos ocultar que estamos mal, que nos pasa algo.
Si tratamos el coche con delicadeza y hacemos el mantenimiento alejamos las averías. Si comemos sano y acorde a la naturaleza de cada uno, si mantenemos hábitos de vida sana (sueño, ejercicio, Qi Gong, …), mantenemos la vitalidad y la salud. Si observamos los bloqueos, las creencias…, y los sentimientos que estos generan, los aceptamos, sentimos y expresamos viviremos más plenos y felices.
Cuando una situación, una experiencia no se asimila, cuando una emoción no se expresa, queda guardada en el cuerpo, encapsulando la energía/conciencia que contiene, así conforme crecemos vamos perdiendo energía/conciencia, para vivir el presente. Perdemos espontaneidad, creatividad, frescura, empatía, alegría de vivir. Vamos creando una coraza de tensiones (energía/conciencia congeladas) que actúan como filtros de la experiencia alejándonos de la realidad, de nosotros mismos y de los demás.
Desde niños hemos acumulado experiencias y heridas, que establecieron creencias y bloqueos, que al crecer quedan en el subconsciente, e impiden una interpretación correcta de la realidad, nuestras reacciones emocionales están secuestradas por estas creencias/experiencias grabadas en nuestro subconsciente. Y el contacto con la realidad está totalmente influenciado por ellas.
En el espacio de la terapia buscamos recuperar esas energías/conciencia congeladas, aflojando la coraza, liberándonos de los filtros, para vivir una vida más fresca, más plena, cambiando la relación con nosotros mismos y los demás, viviendo más en el presente y disfrutando de la vida con empatía, libertad y gozo.
Como escribe en su libro “Mapas para el Éxtasis”, la chamana urbana Gabrielle Roth:
En las antiguas sociedades chamánicas, si una persona acudía a un chamán o curandero aquejado de desaliento, desánimo o depresión, él le hacía una de estas cuatro preguntas:
¿Cuándo dejaste de bailar? ¿Cuándo dejaste de cantar? ¿Cuándo dejaste de embelesarte por los cuentos? ¿Cuándo dejaste de encontrar consuelo en el dulce territorio del silencio?
No vamos a terapia solo cuando estamos mal, ¡¡vamos a terapia para saber que es estar bien!!